El libro me encantó. Se trata de una novela que recrea la vida de Domingo Zárate Vega, conocido como el ‘Cristo de Elqui’ por creerse la reencarnación de Jesucristo. Un tipo muy interesante, que predicó en las décadas de 40 y 50 por Chile y serio candidato a virar tema de película, sobre todo después de este libro. Al terminarlo, me quedé pensando en la importancia de los escritores que en Brasil llamamos ‘regionalistas’, es decir, que se especializan en una región. Tal cual un Jorge Amado del Atacama, Rivera Letelier escribe de una manera sencilla, pero muy evocadora, y su tema fetiche es el desierto de Chile, el más árido del mundo. El autor nos transporta inmediatamente a ese ambiente, a través de su vocabulario (en el principio me costaba un poco entenderlo, tengo que confesarlo), sus imágenes y, sobre todo, sus entrañables personajes, como la coprotagonista Magalena Mercado, una “prostituta beata” que podría muy bien vivir en cualquier rincón del ‘sertao’ brasileño.
El escritor habla bonito (también es poeta), pese a tener pocos estudios y haber pasado 30 años de su vida (nació en 1950) trabajando como obrero. Profirió decenas de frases interesantes, que intenté reproducir al máximo en mi crónica (y retener en mi mente), pero una de ellas dejé de fuera del teletipo.
La frase tiene que ver con el desierto, por supuesto. Minutos antes de empezar la entrevista, empecé a charlar con Alejandro, un chico que lleva la prensa de Alfaguara y que, por casualidad, también es chileno. Me contó que pasó diez años en Antofagasta, un lugar “horrible”, que el desierto es cruel y que no volvería jamás a vivir allí. Yo ya sabía que Rivera Letelier le tenía mucho cariño a su desierto, pero fue muy lindo escucharle decir que Antofagasta “es el sitio más bonito del mundo”, minutos después de oir todo lo contrario. Me entraran muchas ganas de conocer este espacio vacío y, según él, evocador: su ‘Macondo’, su ‘Comala’ y su ‘Santa María’, como él declaró en la entrega del premio.
Muy distinta fue mi visita a la muestra ‘Una casa – un palacio. Le Corbusier. Madrid, 1928’, enmarcada en el centenario de la Residencia de Estudiantes. En 1928, el arquitecto suizo, artista plástico y diseñador Charles-Édouard Jeanneret, archiconocido como Le Corbusier, visitó por primera vez España para ofrecer dos conferencias en la Residencia (que fue el hogar de gente como García Lorca o Dalí). La muestra hace un recorrido por sus pasos – visitó a Toledo, Segovia y El Escorial y disfrutó de placeres tan hispánicos como son el flamenco y los toros- y diversos de sus proyectos en la década de 20, como el Plan Voisin de París y su ‘Ciudad Contemporánea de Tres Millones de Habitantes’.
Yo soy una diseñadora frustrada, así que su figura me interesa mucho. Pero a los que tienen un mínimo interés en arquitectura, no se la pueden perder. Está en cartel hasta el 27 de julio.